¿Qué es el Due Diligence?
21 de octubre de 2024

Cuando nos introducimos en el mundo empresarial siempre nos encontraremos con términos de este estilo. A parte de en inglés, suelen referirse a «combinaciones» de actos o significados, haciendo así una comunicación más efectiva. El Due Diligence, en este caso, es un tipo de auditoría externa que examina las áreas de una empresa.

Vamos a ver todos sus detalles.

El objetivo del Due Diligence

Aunque pueda parecer algo negativo, este tipo de auditorías se hacen precisamente para confirmar que una empresa cumple con sus obligaciones legales en cada área, también llamadas «diligencias debidas». Es decir, que no hay riesgos a nivel legal referentes a la actividad de dicha empresa. Y en caso de detectar infracciones, comunicarlo a la empresa para que se solucione.

Sin multas, sin infracciones. Una auditoría exclusivamente para la mejoría, y confidencial.

La duración aproximada de estos procesos son de hasta un mes, dependiendo de si se necesita completa y/o observar una operación de venta de la empresa, o simplemente analítica. El informe final del Due Diligence está orientado a empresas anotadas en rondas de inversión, y así que esos inversores estén cubiertos.

De ahí la utilidad de este proceso. La Firma de Servicios Jurídicos lo afirma, que la empresa que recurra a un Due Diligence se debe haber asegurado de cumplir con la auditoría al completo antes de recurrir a las rondas de inversión.

¿Qué significa Due Diligence? ¿Cómo funciona?

Todo este proceso se inicia con una lista de tareas que se entrega a la persona encargada de la información de la empresa. Estos administrativos proporcionan datos sobre contratos, propiedad intelectual en caso de tratarse de una marca, cumplimiento de las leyes de privacidad, y los datos y resultados fiscales y laborales, además de regulatorios y contables.

Si la empresa no posee alguno de los puntos descritos, deben contestar y explicar adecuadamente todos los motivos por los que no existe. Por ejemplo, una empresa puede tener un nombre común e inviable de regularizar como marca, y por tanto no pueden registrarla legalmente. Pero la empresa sigue existiendo.

Toda esta información entre la organización que realice la auditoría y la empresa es completamente confidencial, y en ningún caso debe transmitirse o ser visible a los compradores/clientes, y a los inversores. Estos, solo deben tener acceso a los informes finales.

La razón es sencilla. La información puede contener datos de carácter crítico sobre la propia empresa, la cual puede suponer en pérdidas, pérdida de interés de los inversores, o incluso aprovechada por la competencia.

El informe final

Dicho escrito, además de las conclusiones finales de la empresa encargada de la auditoría, se muestran en detalle los riesgos, infracciones o incumplimientos y fraudes que puedan haberse detectado. En caso de que haya, claro. En caso afirmativo, una vez solucionadas las informaciones directas, o bien se puede mantener todo igual, o bien el inversor puede solicitar una reducción de la valoración de la empresa proporcional a las infracciones cometidas.

Esto naturalmente se hace para que el inversor, a futuro, evite multas o problemas legales con tener participaciones en una empresa con dichas infracciones.

Todo el proceso Due Diligence

A nivel administrativo, ambas partes deben pactar los términos generales del proceso, preferiblemente firmando la Carta de Intenciones. Una vez ahí, la máxima prioridad del Due Diligence es finalizar con la mayor brevedad que a la empresa le sea posible, y así disponer de un margen mucho mayor de tiempo para predecir y/o anticipar las decisiones de los compradores o inversores. Esto, por supuesto, variará dependiendo del tamaño de la compañía, y todas las ramificaciones que pueda tener o la complejidad del sector comercial. No siempre se puede garantizar una velocidad máxima para entregarlo.

Trabajadores cualificados servirán de mediadores entre la empresa que realiza la auditoría, y la empresa auditada. O directamente con el responsable asignado para el Due Diligence. Una pieza importante de este proceso es el «Data Room», lugar donde se examina toda la documentación presentada durante el Due Diligence, o previamente entregada para trabajar con más fluidez. A partir de toda la documentación recopilada, el proceso termina en el informe y en los análisis finales, todo para los compradores e inversores.

Este proceso finaliza cuando el informe se entrega y es visible para los inversores. A partir de ahí, y tal y como se mencionó previamente, estos pueden tomar decisiones mientras la empresa soluciona los conflictos encontrados. Cabe destacar que estos procedimientos son, principalmente, para aquellas empresas que participen en rondas de inversión o vendan participaciones. Aún así, si consideras que tu empresa puede estar incumpliendo determinadas normativas a nivel legal, lo mejor es recurrir a auditorías de este estilo. Quizá no el Due Diligence, pero sí otros procedimientos más sencillos o estándar para cualquier tipo de sociedad

Para los incumplimientos legales a nivel de protección de datos o seguridad en línea, a pesar de que son infracciones que son sancionadas con multas relativamente altas, los organismos que encuentren esas faltas no son las encargadas de esto. Si notifican estos fallos, la mejor opción es deshabilitar el negocio temporalmente hasta que se solucione. Es un miedo común a la hora de querer asegurarnos de estos detalles legales dependiendo de personas externas a la propia empresa, pero (normalmente) no hay peligro.

El peligro real reside en las revisiones oficiales y/o gubernamentales, que están ahí para asegurarse de que estés cumpliendo con todas las normativas vigentes. En caso contrario, se castigará. El Due Diligence funciona de una forma similar, aunque el objetivo final está en asegurar y proteger a los inversionistas. Esto, a pesar de que pueda repercutir en una reducción del valor de la participación en una empresa, también puede crear un efecto contrario. Pues si en los informes se muestra un estado legal impecable, puede aumentar la confianza a largo y corto plazo de los inversores, y por tanto incrementar el interés por la misma.

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